Crónica: Campeonato del Mundo Rogaine

CAMPEONATO DEL MUNDO DE ROGAINE ORIENTACIÓN

por Pablo Fernández Liria

26 y 27 de julio de 2019

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El tiempo cambiante podía influir de nuevo en la estrategia como en el campeonato de Europa que participamos hace tres años. Empeoró rápido el sábado como habían pronosticado. “Lluvias débiles por la mañana” … sí… Nos dieron los mapas 3 horas antes de la salida para planificar. Cuando desenrollamos el pergamino de casi un metro de ancho, y vemos esa nube de puntos… se nos tenía que ver esa cara de bobos, jajaja. Pasaron unos minutos hasta que conseguimos pasar el trago. El cielo se ennegreció y el primer trueno nos sorprendió a todos… tuvimos que cobijarnos bajo una carpa y ya quedaba pocos huecos. Estuvo jarreando agua con tal gana que parecía querer que saliéramos a nado… Debajo de la carpa tampoco había buena luz. La escala del mapa era 1/25000. Y algunos símbolos, como las sendas estaban muy finos. Mi hermano se angustió rápido. “No vamos hacer nada, ¡cuando llueve no veo nada!”. Yo tampoco estoy bien de la vista ya… Cuando acercaba la lupa, descubría un mundo de posibilidades. Y no iba a parar de llover en todo el día… incluso por la tarde empeoraba más todavía con tormenta, viento y en la noche se esperaba un descenso considerado de temperaturas…

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Al pasar el control de material obligatorio nos decían con sarcasmo “la crema solar”

Yo llevaba una camiseta de manga corta, una térmica de manga larga, un forrillo polar, y un chubasquero. Hasta calzoncillos y calcetines de repuesto. Lo fui usando todo en diversos momentos.

“Manda fotos, que ya lo he superado”, me decía nuestro fallido compañero Manu Parrado. Quería cortarse las venas cuando por compromisos en el trabajo vio que no podía venir. “Estaré pendiente de vosotros”. A todos nos colocaban un GPS en la mochila para seguirnos desde el centro de competición en una gran pantalla y accesible al público por internet. Los participantes claro, no teníamos acceso. El móvil, obligatorio, nos lo precintaban y solo lo podríamos usarlo en caso de emergencia y retirada.

Tres horas nos dieron para planificar primero un mal plan, luego, un segundo plan más coherente y hasta un tercero, que nos podría valer regreso. Sí, nos gustaba… empezaríamos cogiendo unas cuantas balizas cuesta abajo y luego siguiendo por líneas de mínima pendiente calculamos que llegaríamos de noche a las cercanías del pueblo de Alp. Punto de menor altitud (1200m), probablemente sufriríamos menos la tormenta que en los puntos mas elevados de la montaña (2536m). Y para aliviar el frio de la noche, remontaríamos el desnivel perdido. El mapa de competición comprendía una zona redonda con un diámetro de 14 km, y partíamos más o menos del centro a una altitud de 1700 en la estación de esquí de la Molina. Carácter de media-alta montaña, los desniveles eran muy fuertes y optimizar este esfuerzo requerido era esencial.

Unos minutos tuvimos que aguantar el chaparrón, quien pudo, bajo el arco de salida hasta que a las 12:00 comenzó la gran aventura: 24 horas por delante. El trabucazo de salida no impactó tanto como los truenos que nos iban acompañando.

No sólo calaba la lluvia, el agua que escurría por el chubasquero empapaba por completo las piernas…

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Unos 400 equipos tomamos la salida. Y nos fuimos dispersando en todas direcciones. Las elecciones de ruta eran muchas.

Mi hermano comentó “jo, qué pendiente” cuando quisimos atajar al salir de la primera baliza (25), “y eso que según el mapa no es de las pendientes mas fuertes que refleja.” Pero nos sorprendió ir juntos a una pareja extranjera que aparentaba más de 70 años. Cuando salimos a la carretera destrepamos una escollera de contención.

Tuvimos nuestra primera pérdida de tiempo en la tercera baliza (43), en un bosque oscuro y pendiente, confundimos alguna senda con la que no era… Todavía estábamos familiarizando con los elementos cartografiados y la escala que era mas pequeña de las habituales que manejábamos.

Hacía mas de 4 horas que habíamos desayunado y le propuse a mi hermano parar a comer algo, pero la lluvia… Había que parar porque todo en la mochila iba hermético y comprimido. Y a la salida del pueblo nos metimos bajo techo de un porche.

Llegando a la baliza 53, de nuevo monte a través, mi hermano se dio cuenta que había perdido el mapa. Retrocediendo sobre nuestros pasos, lo encontramos enseguida y con suerte, porque acababa de pasar un equipo por allí mismo, al que preguntamos y no lo vio.

Íbamos aprovechando caminos mientras nos acercaran a las balizas, pero luego había algunas muy técnicas y enlazar los distintos caminos y pequeños senderos que eran muchos, exigía una concentración constante.

Y de repente, el primer rayo de sol. A las tres horas. De verdad que me entraron ganas de llorar. Creí que no lo íbamos a ver hasta mañana que ya daban bueno. Y eso que soy bastante acuático, pero una carrera tan larga… Hicimos las primeras fotos. Nos cambiamos la indumentaria. A media tarde se esperaba otra tormenta y se anunciaba que era la fuerte…

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Nos cruzamos con un equipo joven que corrían como si la prueba fuera corta. Y luego nos lo volvimos a cruzar y seguían al mismo ritmo. También nos sorprendía parejas que sostenían fácilmente mas de 75 años y se movían con soltura campo a través. Hasta 84 años había.

Pillamos unas balizas con bastante valor 93 y 95. Las balizas en esta prueba valían entre 2 y 10 puntos, y la decena te indica su valor. Y cerca vendría otra, la 96. O sea, que llevábamos buen itinerario.

Nos topamos con un equipo de tres campechanos que también iban sacando fotos.

Camino a la baliza 96 había un punto de socorro: Una cabaña y la organización estaba allí, y sorpresivamente nos ofrecieron caldo caliente y café. Esta fue nuestra primera parada importante de media hora. Nos descalzamos y secamos un poco los pies. Recargamos agua pues ya habíamos bebido 2 litros. Lo que nos sorprendía era que estábamos meando mucho más… sin exagerar 2 o 3 veces a la hora.

Eran casi las 6 de la tarde y justo cuando reanudamos la marcha, de nuevo empezó a tronar. Llegaba la gorda… aunque el pronóstico había mejorado algo. Y estábamos lejos de las altas cumbres, así que al final no nos afectó tanto. De hecho, estábamos acercándonos al pueblo de Alp.

A mi hermano le preocupaba que nos estábamos alejando demasiado del centro de competición, al que se podía regresar, descansar y hasta te daban de comer… pero proyectamos otro plan. No le agradaba tampoco la idea que nos fuéramos a encontrar en el punto mas bajo del mapa, lo que significaría subir mucho después… Pero, ¿cuánto? Realmente había menos desnivel hacia abajo del centro de competición que hacia arriba. Y la idea de subir a las altas cumbres le agradaba menos. Enlazar los puntos por las partes altas aparentaba mucha mas complicación, que por los terrenos que nos habíamos propuesto, aunque estos estuvieran lo mas alejados de meta. Mi hermano siempre reacio a alejarse demasiado. Pero si aún nos quedarían 14 horas por delante…

Enlazar las balizas nos estaba costando entre media y una hora… íbamos despacito y llevar los bastones fue un acierto, aunque evitábamos las pendientes fuertes.

Yo tenía claro cómo enlazar las balizas, porque me había preocupado por la estrategia y mi hermano era propicio a ponerse reacio, pero al final aceptaba. El orden en el que las hacíamos era importante, y alguna no valía mas que tres puntos, pero ayudaba a enlazar otra de mas valor.

Si no nos mojábamos por la lluvia, nos mojábamos por la vegetación. Tuvimos suerte para enlazar la baliza 36 con la 106, por una senda semioculta entre la engorrosa vegetación.

Después llegamos por fin a la zona urbanizada del amplio valle de la Cerdanya. Cenaríamos un poco de papilla y cecina, secamos los pies nos cambiamos de calcetines. Y se nos fue otra media hora, y justo se nos hizo de noche. Las 21:45. Habíamos recorrido 27km.

Salimos por un camino cómodo pendiente arriba con nuestras frontales al mínimo. Solo usábamos mas luz cuando nos salíamos de los caminos.

Para no repetir ruta de regreso, claro, había que alejarse más por el norte del mapa. Mi hermano se ponía nervioso. Enlazamos balizas por pequeñas sendas a ser posible por la mínima pendiente. Y despacito. Nos encontrábamos bien.

La baliza 60 nos sorprendió con una calavera de toro colgada sobre ella en una construcción de madera. El primer susto por la noche, jajaja.

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La baliza 88 era más difícil de lo que parecía y nos cruzamos unos extranjeros que venían en dirección opuesta y les preguntamos, pero estaban más descolocados que nosotros y no lo sabían. Nosotros sabíamos que estábamos muy cerca, quizá nos la habíamos pasado. Y no nos hicieron caso y la encontramos antes que ellos. Aunque les dijimos que ya la habíamos picado, no nos entendieron y tomaron otra dirección.

En la siguiente baliza (67) nos perdimos nosotros. Era poco preciso saber cuándo nos teníamos que salir del camino que estábamos subiendo y dirigirnos a una vaguada con vegetación. Llegamos a la vaguada y subimos por ella, sabiendo que estaba arriba, pero era poco profunda y no estábamos seguros si era esta, otra más allá… y dimos unas cuantas vueltas hasta que decidimos desistir, pero justo en ese momento un equipo la encontró delante nuestro y la salvamos. Si hubiéramos seguido subiendo por el camino hasta un cruce, y tomado rumbo desde él habríamos tardado menos, pero claro no queríamos subir demás y nos habíamos arriesgado.

Las distancias por la noche se hacían mas largas si cabía. Una fina luna menguante salió a las tres de la mañana. Lo bueno es que no estábamos pasando el frio que pronosticaban más bien para las zonas altas. Y estábamos secos. Salvo los pies, claro.

Estábamos ganando bastante desnivel hasta la baliza 58 y luego le decía a mi hermano que era casi todo a nivel hasta meta. Pero no quería mirarlo. Bueno, realmente habría una cuesta mas y era fuerte pero corta. A la 45.

La pendiente a la 65 era también muy fuerte, pero hacia abajo. Y salir de ella era engorroso. Por no subir de nuevo, bajamos… y el terreno nos arrastró hasta la carretera sin atajar hacia la siguiente como hubiéramos preferido.

La carretera estaba seca y le dije a mi hermano de aprovechar para estirar la espalda… y antes de salir de ella, paramos a desayunar. Así dábamos tiempo que amaneciera, porque la baliza 85 nos parecía difícil atacarla de noche. Nos descalzamos. Yo no tenía otros calcetines, pero mi hermano fue mas precavido y había llevado otro par. Cada vez que quitábamos nos echamos crema antirrozaduras. Algo haría.

21km, 8 balizas de noche. Se nos hizo corta. Eran las 6:15.

Después de la 85 tuvimos un despiste, y una diferencia de opiniones respecto cual vaguada nos llevaría a la 45. No estábamos seguros, pero acertamos finalmente.

Cómo no, íbamos a hacer la 105 que estaba muy cerca y prácticamente a nivel. Aunque mi hermano seguía reacio a hacer baliza de máximo valor, porque le parecía que estarían muy lejos. Pero yo le decía que teníamos todavía muchas horas por delante.

Camino a ella nos alcanzó el primer rayo de sol. Pero hacía frio. Luego en la zona, con la vegetación, no nos aclaramos y perdimos algo de tiempo.

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Lo siguiente que teníamos por delante eran dos balizas de 5 puntos cercanas. Mi hermano solo quería hacer una. Y en este punto discutimos bastante. Después de hacer la 55 que era más alta, y veníamos de arriba, podíamos hacer la 50 que no teníamos que subir nada salvo 20 metros después… pero claro era en dirección contraria a la meta, a la que ya quería dirigirse mi hermano. Aunque teníamos todavía 4 horas. Y yo le decía que nos iba a sobrar mucho tiempo y cerca de meta las balizas que nos quedaban salían “caras”. A regañadientes accedió y estuvimos un tiempo sin decir ni mu. Ni corroboró que me estaba desviando del rumbo así que encima estuvimos dando vueltas por allí, perdiendo como 20 minutos. Aunque la atacamos desde un poste eléctrico, volvimos a errar el rumbo. Por fin la encontramos. Por lo menos no nos enzarzamos a discutir más. Teníamos tiempo suficiente.

Mas adelante pasamos por otro punto de agua. Yo ya me había terminado la mía. Hubo momentos en que me encontraba bajo… a pesar que tomaba algunos geles o barritas… pero fue unas pastillas de electrolitos lo que me hacía recuperar.

Había que subir la ultima cuesta importante para dirigirnos a la 91, pero no mas de 120metros y estábamos muy cerca de meta. No insistí nada después de la perdida de la 55 para ir a la 40 que nos hacía desviarnos un poco. Y tampoco a la 31, aunque era mínimo y estaba seguro que nos sobraría tiempo. Pero mi hermano estaba empeñado en regresar ya.

La baliza 91 en un Bunquer, nos sorprendió a muchos equipos que andaban buscando por allí. Y eso que era una zona despejada en mitad de una ladera, pero no destacaba de lejos, porque estas construcciones están incrustadas en el terreno. Nos tuvimos que guiar aplicando el rumbo inverso hacia referencias lejanas como podía ser unas curvas cerradas de carretera y caminos… Así es como dimos con él, y los demás equipos estaban buscando muy alejados.

Para no volver directos por la carretera que era larga hacia meta, mi hermano accedió hacer otra baliza más, la 47, aunque había que subir levemente. Y luego una bajada hacia meta por una pista de esquí vertiginosa.

No insistí más, pero había un par de balizas de 2 puntos, una a cada lado que podíamos haber hecho. Por lo menos una. Pero fuimos directos a meta. A pesar de que yo tuve que bajar muy, pero que muy lento para salvar las rodillas, nos sobraron 25 minutos para completar las 24 horas.

15 km más habíamos hecho desde que amaneciera hasta las 12:00.

Estábamos muy satisfechos. Habíamos resistido, no tuvimos dolores, ni casi ampollas…

Esto era el Campeonato del Mundo de Rogaine de Orientación. Un placer participar y un entorno incomparable ¡Una organización y trazado excelente, un mapa perfecto!

 Pablo Fernández Liria    /    Cristóbal Fernández Liria

Más fotos en: https://photos.app.goo.gl/7E2J5ybGszxRA1fh9

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Crónica del Rogaine Tierra de Asturcones

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ROGAINE TIERRA DE ASTURCONES, por Pablo Fernández Liria
30 de septiembre de 2017

De nuevo me unía a mi hijo para participar en una prueba score de orientación de duración determinada. Miguel pensaba que se trataba de una carrera normal, o no se acordaba que le había dicho que iban a ser 3 horas. Sí, una hora más que la que corrimos a principios de verano e inimaginablemente conseguimos un segundo puesto. Pero además no había pruebas especiales. O sí, con superar las alambradas ya íbamos a tener bastante. Paralelamente también se corría en las categorías normales de 6 horas y en Minirrogaine de una hora. Este año habían reducido la edad mínima de participación a 13 años. Con lo que es el primer año que podíamos apuntarnos. Nayo y Silvia corrían con sus peques en una hora. La de 3 horas era abierta, popular, y muchos ya tenían experiencia en orientación. Sergio corría con su hijo Alex, y Rocío con Edu. Otros más fuertes en la de 6 horas.

El día estaba gris y daban lluvia todo el día, Pero al final sólo cayeron cuatro gotas. Eso sí, el terreno resbaladizo y húmedo. La temperatura era ideal. A mi hijo no le agradaba tanto, pues además decía que estaba medio malo esta semana. En definitiva no le simpatizaba correr en Asturias llenándose de barro siempre.

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Tras la revisión pertinente del material obligatorio a cada uno, nos dieron los planos 10 minutos antes de la salida para plantear la estrategia. Decidimos cuales iban a ser las primeras balizas y deducimos hasta cual por lo menos podíamos llegar, que incluso podía ser una de 9 puntos y 10, de máximo valor, pues no estaban lejos pero sí con bastante desnivel. Pero aquí, embutidos en el valle, todo era desnivel.

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Curiosamente para estas pruebas la primera baliza que picamos valía 7 puntos que era bastante, pero no me extrañó dada su dificultad y por lo que nos costó. Las siguientes balizas estaban más próximas, y conseguimos muchos puntos en poco tiempo.

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Miguel tenía la dificultad que como era pequeño las vallas de alambres se le hacían muy altas. Y perdimos mucho tiempo saltándolas y a veces hasta la paciencia y nos quedábamos trabados. Y teníamos que sortear muchas fincas. Hasta veinte minutos para avanzar 500 metros. Un equipo formado por una familia de 4, también les echó para atrás lo de las vallas. Venían en sentido contrario nuestro, pero luego coincidimos en varias balizas.

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La oscuridad del bosque, la falta de nitidez en la impresión del mapa, la escala 1/15000, que cada vez veo menos… dificultaba el ataque de los puntos. La transitabilidad del bosque más limpio o denso estaba muy bien pintado y daba seguridad en la toma de decisiones. Y a la 92 había que navegar en el bosque. De ella a la 103 asustaba, porque el camino se abría paso en el bosque verde intransitable, pero yo le decía a Miguel que apenas había que subir. Salvo un fuerte repecho al principio. Y en el último tramo a la baliza la senda apenas era visible entre la maleza. Llevábamos 1hora 35 minutos y era hora de regresar, pero ya habíamos planeado pasar por un montón mas de balizas. Incluso una de 8 puntos. Para ello teníamos que regresar hasta casi la 92 y coger una senda ascendente en diagonal a la línea de máxima pendiente, que parecía más suave que lo que resultó. Y es que no nos percatamos en ningún momento hasta acabar la prueba, que la equidistancia entre curvas de nivel era de 10 metros en vez de 5 metros como era lo habitual a esta escala. Pero en escasos 10 minutos salvamos la cuesta. En realidad íbamos ahora más rápido por el monte que por abajo sorteando fincas. Después de la 64 es cuando nos acercamos a la 83, navegando campo a través pero casi a nivel. De nuevo empezamos a lidiar con las vallas. 53 minutos nos restaban para tener que llegar a meta sin que nos penalizasen, dentro de las 3 horas. La idea era casi regresar por el camino más corto picando una ristra de balizas que nos pillaban de paso. Pero al llegar cómodamente a la 35 en una aldea, pensé que podíamos ir fácilmente a la 31 aunque rodeábamos bastante. Y todavía nos retaban 45 minutos. Unos 3 kilómetros para meta. La última mitad paralelo al río parecía cómoda, pero no estaba seguro de cómo nos iba a ir en el tramo anterior que había medio que navegar por el bosque incluso cruzar una profunda vaguada de la 49 a la 54. Y en esta decisión de ir a la 31, se nos fue el segundo puesto y casi tiramos toda la carrera. Porque directamente de la 35 a la 49 un camino nos hubiera llevado a la baliza sin más contratiempos. Y por cambiar de plan y hacer tres puntos más nos encontramos luego con vallas…

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La profunda vaguada, atravesando un bosque denso daba verdadero miedo y estuvimos a punto de quedar atrapados en la selva… Y Miguel dejó de hablar.

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La 54 encima no resultó fácil porque se trataba de un árbol en el bosque y podía ser cualquiera, porque no tenía nada de particular, salvo que se suponía en el centro geométrico de la zona boscosa más limpia, que no era precisamente pequeña. Y no podíamos perder ni un minuto, porque ya íbamos a llegar pasada la hora. Tuvimos suerte… y eran 5 puntos más. Después navegamos por el bosque por una senda poco visible pasando por otra baliza de 3. Y luego la última que nos encontraríamos antes de alcanzar el cómodo camino del río. Pero a ésta, había que subir un fuerte repecho resbaladizo, resultándonos más penoso de lo que parecía… y nos costó 5 puntos (minutos de penalización) por los 3 que valía. De hecho cuando la picamos se cumplían las 3 horas. Y todavía nos quedaba aproximadamente 1,2 kilómetros para llegar a meta.

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El camino que restaba era de buen firme y precioso a lo largo del rio hasta el Santuario de Virgen de la Cueva. Pero Miguel recordando como acabó en la prueba de Gijón con el estomago fuera, no estaba por la labor de correr así de nuevo y caminamos. Sólo cuando vio el arco de meta corrimos los últimos metros por la hierba del parque. 13 minutos y 2 segundos pasadas las tres horas, por lo que nos quitaron 14 puntos de los 81 que conseguimos. Y los primeros solo habían hecho 86. Nos quedamos con 67 a 5 puntos de los segundos, que también eran de nuestro club Nordeste orientación: Edu y Rocío que conseguían su primer pódium. Ganaron una pareja de mellizos jóvenes, del lugar, aunque veteranas en la orientación. Pero sorprendentemente ganamos a Sergio y Alex también del Nordeste, que para mí eran los favoritos, por solo 3 puntos.

De aquí se demuestra que no todo en este deporte es correr y estar en forma, la estrategia y la flexibilidad en la toma de decisiones es fundamental.

Se hizo de rogar la entrega de trofeos con la espera de los que corrían 6 horas y la misa a la que presenciaba el alcalde en el espectacular Santuario de la cueva… pero mereció la pena, todo productos del lugar: Avellanas, pastas, queso, salchichón de ciervo, dulce de manzana, vino.

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Los demás no, pero mi hijo a pesar de lo que come, prefería una medalla, porque al final eso acababa desapareciendo, salvo el vino, decía riéndose, jajaja.

Más fotos en este album

Crónica del Rogaine de Tormón

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ROGAINE TORMÓN (TERUEL), por Pablo Fernandez Liria

16 de septiembre de 2017

Impresionante zona laberíntica, original, peculiar… para dejarse embelesar perdiéndote en ella. Los pinares de Rodeno y su característica roca rojiza de conglomerado y areniscas.

Balizas muy técnicas para el singular acabado del mapa, pero que no desprestigiaba la prueba. Eso sí, una dificultad añadida era encontrar los círculos en el mapa que impedía además tener una visión general clara de la concentración de puntos. Ya que estaban pintados casi del mismo color que los cortados interpretados por la tecnología Lidar y en esta zona los había por todas partes. Además el mapa estaba impreso por las dos caras y el solape era mínimo. A escala 1/15000 con una ventana a 1/7500, de un antiguo mapa de orientación específica. Las zonas que se habían trabajado en campo si estaban correctamente pintadas y se entremezclaban ofreciendo una curiosa homogeneidad al mapa.

La organización se arriesgó a desarrollar la prueba en una zona protegida para darnos a conocer la espectacularidad de la naturaleza salvaje, inédita y deshabitada, donde incluso agrupaciones guerrilleras de Levante y Aragón, vivieron a escondidas entre las rocas combatiendo el franquismo. A igual que en tiempos prehistóricos otros encontraron su hábitat, señal de las numerosas pinturas rupestres de la zona. Algunos equipos tuvieron que lidiar con los forestales…

Al día siguiente, como no nos había dado tiempo a visitar ciertas zonas, como el aludido campamento de los “maquis”, seguimos disfrutando del entorno. Y corroboramos que los orientadores no dejamos ninguna señal añadida al bosque salvo nuestro corazón latente. Aunque yo estuve a punto de dejarme el cráneo al intentar escalar por una grieta empeñándome en que arriba tenía que estar la baliza y caí de espaldas. Las acículas sobre el suelo me abrazaron como en una nube.

Manuel Parrado, el gallego que es de un club vasco y vive en Logroño era mi nueva pareja de aventuras. Muy afín a mí, de un club asturiano, aragonés, que vivo en Burgos y de joven en Madrid. Hacía tiempo que queríamos participar en alguna, juntos.

Me hubiera gustado retratar más los espectaculares paisajes pero nada más salir me dijo la cámara que tenía memoria insuficiente. Al parecer no había insertado la tarjeta; vaya.

Comenzamos subiendo el valle por al lateral Oeste por la baliza 31 que te la encontrabas y en la parte superior mas llana hicimos un par de balizas rápidas que no fáciles a rumbo. En la tercera baliza cambiamos la estrategia y en vez de dirigirnos al norte por la parte central nos acercamos al borde oeste del mapa a pillar unas balizas de bajada, antes de subir de nuevo. En la primera hora habíamos hecho ya muchos puntos, pero a partir de entonces no fue tan fácil. Casi una hora nos costó un par de balizas. La organización iba a premiar a quienes visitaran la baliza 83, que estaba en un lugar de espectacular belleza. Fue donde me caí, y dimos vueltas por todas las grietas de la fortaleza rocosa de esbeltos torreones. Al final resultó difícil, porque éramos incapaces de discernir el laberinto pintado en el centro del círculo.

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La siguiente baliza 91, rodeada de precipicios resultó un tanto peligrosa y había que acertar con el acceso entre las rocas. Ya llevábamos tres horas y no habíamos llegado más que a la mitad del mapa. Era hora de idear una estrategia de vuelta. Sabíamos que habíamos dejado muchos puntos por picar cerca de meta. También, luego nos dimos cuenta de que obviamos alguna próxima, como la 74 antes de la 83 o la 63 que dejamos atrás pero casi hubiéramos podido hacerla a curva de nivel sin un esfuerzo extra. Salimos de aquel laberinto rocoso a través de la 75 bajando por una grieta de la montaña. Bajamos al valle para remontarlo de vuelta por terreno más suave. En el collado teníamos avituallamiento líquido y rellenamos el camelbak. También descansamos 7 minutillos para reponer fuerzas. Nos quedaba hora y media para concluir las 6 horas y pretendíamos hacer unos cuantos puntos bastante técnicos, aunque ya estábamos cerca de meta. Una cuesta más, una baliza más y ya iba a ser el resto cuesta abajo.

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Entramos en la ventana del mapa a 1/7500 a través de un caos de rocas indescifrable para hacer una baliza muy técnica y acertamos en el laberinto con ella, en un “vamos a suponer que…”, Manuel ya no pensaba más. Luego navegamos por un bosque más denso que nos impedía avanzar con facilidad y a juzgar por la cantidad de rocas que sorteamos, supusimos que andábamos pasados de los límites de la ventana del mapa, que apenas dibujaba piedras. Al final resultó que las consideraba pequeñas la cartografía. Teníamos que cruzar dos vaguadas a nivel, por lo que a pesar de la escasa visibilidad no tenía que ser difícil. Nos quedó la baliza arriba. La siguiente baliza nos volvió a quedar arriba, y en esta perdimos más tiempo, porque tuvimos que retroceder. Ya no teníamos tiempo para más, y tuvimos que dejar una baliza de 3 puntos que nos quedaba a 200 metros, pero además estaba entre rocas.

Bajamos por la directa hasta meta, por una vaguada un tanto sucia de maleza. Tan solo 1 minuto y medio faltaban para las 6 horas, cuando cruzamos bajo el arco.

117 puntos. Al final terceros por un punto. ¡Cachis!, nunca se sabe. A 18 de los primeros. Pero muy satisfechos con la aventura y encantados de la zona. Esperamos que se vuelva a repetir, y no expedienten a los organizadores.

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También nos dio tiempo a vistar el Cañón del río Ebrón, la cascada de Calicanto y dar una vuelta por Albarracín. Nos costó abandonar las tierras de Teruel. Sí, existe y es encantadora.

 

Viaje PNTD a Chequia y Eslovenia

Alexander nos cuenta su inolvidable experiencia en un grupo de 64 jóvenes de toda España que participaron este verano en el
Campo de Entrenamiento del Plan Nacional Tecnificación Deportiva Internacional

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Chequia – Silva O’Camp

Después de unas larguisimas 37h de viaje (con atasco incluido) llegamos al campamento base en Vidnava (Chequia),en un bosque cerca de la frontera con Polonia. Allí nos juntamos con los otros países participantes (Chequia, Polonia, Estonia, Suecia, Israel, Turquia, China, Bulgaria, Slovaquia, Ucrania) y dormíamos en unas cabañas de 6 personas.

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Los entrenadores organizaron todos los participantes en grupos mixtos por edad y nivel. En mi grupo eramos varios españoles, unas chicas checas y tres chinos, con un entrenador de cada país.

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Casi todos los días teniamos 2 o 3 entrenamientos o carreras, pero también teniamos tiempo libre despues de las comidas y entrenamientos. Un día fuimos a visitar la ciudad de Jesenik, donde en 2016 tuvo lugar el Campeonato de Europa Absoluto. Después de un paseo por el centro, fuimos a una piscina con toboganes. Además, todos los días a uno de los grupos le tocaba una excursión en bici por los bosques cercanos.

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En la zona hay muchos pequeños lagos y fuimos con mi grupo y estuvimos nadando y saltando desde mucha altura (5.6 metros exactamente…)

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Después de cenar, teníamos actividades como discoteca, o-games (juegos con los grupos de trabajo, como un puzzle de un mapa o buscar balizas para completar un mapa en blanco), Superpuncher (picar lo más rápido posible una serie de balizas que rodeaban un pequeño prado), «Tiomila» (una especie de relevo por el campamento viendo el mapa solo en la salida).

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Una tarde tuvo lugar el festival de las naciones. Cada país realizaba una actuación (baile típico, quiz sobre su país, música…).

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Eslovenia – OOCup

El último día del Silva O’Camp, salimos por la tarde para dormir en Olomouc, a un par de horas y todavía en Chequia. Como llegamos pronto tuvimos tiempo para visitar la ciudad. Al día siguiente, nos quedaba cruzar Austria, pasando cerca de Viena, y buena parte de Eslovenia. Llegamos a nuestro destino en un polideportivo cerca de Liubliana, la capital, por la tarde.

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El polideportivo estaba a más de media hora de lugar de las competiciones de la OOcup y nos deplazabamos todos los días con nuestro autobús, después de desayunar. En este caso, solo teníamos una carrera al día, sin otros entrenamientos. Después de correr, comíamos en la orilla del bonito lago al lado del centro de competición y nos bañábamos.

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A las 3 o 4 de la tarde, regresabamos al polideportivo a ducharnos y nos quedaba tiempo para descansar y para visitas turísticas. Fuimos al centro de Liubliana y otro día al increíble castillo de Predjama, construido en una cueva.

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Hicimos muchos amigos. Entre ellos… ¡un castor!

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Entrenamientos de orientación – Silva O’Camp

SWISS GAME
Con este nombre se referian a mapas con islas y pasillos
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En una misma zona, había muchos recorridos no muy distintos y de corta distancia. Salimos 2 o 3 a la vez y cuando ya terminamos los 2 o 3, cogiamos otros mapas hasta haberlos hecho todos.

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En este entrenamiento, desde el triangulo de salida hasta la primera baliza había 440 metros de distancia con 75 de desnivel. Los restantes 11 controles eran casi todos en bajada. Algunos cuando llegaban al primer control ya necesitaban descansar un poco…

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Relevos individuales

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TRAINER’S CHOICE
Hubo varios entrenamientos en los que los entrenadores de cada grupo elegian que tipo de entrenamiento hacer y trazaban con rotulador el recorrido que habian decidido sobre el mapa base de toda la zona, con unas 60 balizas disponibles. Ejemplos:
1- En este entrenamiento fuimos andando hasta la colina mas alta del mapa. Alli hicimos un recorrido de 4 balizas alrededor de la colina, para entrenar ir a curva de nivel. Luego volvimos al campamento haciendo unos tramos de larga distancia.
2- En este caso, había tres grupos separados de controles rodeados en el mapa que había que recorrer en orden pero dentro de cada grupo el orden era libre.
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OTROS
También hubo varias nocturnas, sprint de bosque y la copa KOFOLA CUP (el nombre es de un refresco local tipo cola). Pero lo más divertido fue un microsprint en las piscinas municipales un día de mucho calor, como casi todos. Fue muy gracioso porque algunos ibamos descalzos o sin camiseta y otros se tiraban al agua nada más acabar.
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COMENTARIOS TÉCNICOS
1 – Las carreras, sobre todo en Eslovenia, eran mucho más técnicas que las que suelo correr en España, con casi ningún tramo por camino o controles fáciles de encontrar. En muchos casos, los tramos eran bastante largos y había que concentrarse mucho y usar más la brújula o emplear técnicas como seguir las curvas de nivel.

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2 – En Chequia, las salidas eran parecidas a las que estamos acostumbrados. Pero en Eslovenía, el mapa se recogía después de salir. En -2 se rocogía la descripción de control, en -1 había un cartel indicando la disposición de las cajas con los mapas, se salía y a 20 m estaban los mapas, antes del triángulo de salida. De esta manera nadie puede mirar el mapa antes de tiempo.

nota: la mayoría de las fotos están sacadas de la página oficial del viaje de la FEDO

Crónica II ORIENTARAID «GIJON AL NORTE»

2 de julio de 2017, Pablo Fernández Liria

El día anterior había corrido en Guipúzcoa el Rogaine de 6 horas de Zegama. Toda una aventura y costoso pódium, con Sergio y Silvia, y ahora los tres volvíamos a participar en equipos diferentes en esta prueba de 2 horas. Yo con Miguel, mi hijo de 13 años, Silvia con Cristina y Patricia en un equipo femenino y Sergio también con su hijo Alex pero en categorías de 3 horas. Muchos equipos participaban en categoría familiar, padres e hijos. El mayor de los hijos de Silvia, que todavía era bastante pequeño participaba con el padre, junto otros niños.
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Era una experiencia lúdica, para pasarlo bien donde también disputábamos en pruebas especiales como tiro con Gomeru, equipo Ciego o Slack Line. Todas las balizas eran optativas y tenían distinta puntuación.

Esta carrera tenía de particular que ya comenzábamos en la cima, en el monte Deva, en una agradable área recreativa con imponentes vistas. En contraste con la mojadura de ayer, hoy parecía que iba hacer espléndido; ni si quiera hacía excesivo calor. Por lo que los controles más lejanos y mayor puntuación se encontraban en la parte baja. Pero aún había bastantes puntos sin perder demasiada altitud, porque el monte era muy redondeado. Por tanto la curva de nivel era esencial tenerla en cuenta, así como el orden en que visitaríamos los controles.
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Como en todas las carreras, salimos como si nos hubiesen puesto un petardo en el culo. Pero enseguida nos quedamos solos. Creíamos que iba a ver cola para picar la primera baliza, pero solo coincidimos con Eduardo y Rocío, una pareja del mismo club el Nordeste. Y por cierto la senda se nos hizo muy larga… pero no había pérdida pues estaba próxima a un cruce. En el camino teníamos que evitar unos repugnantes charcos de agua negra, que no queríamos imaginarnos como se habían formado. Y a nuestro alrededor la vegetación selvática impenetrable nos advertía porqué el mapa, en mayor medida, tenía el máximo tono de verde.
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No le traje mochila a Miguel, pero se empeñó en querer llevar mi camelbak de agua, por lo que se lo metí en una de esas bolsas con cordones y aunque no fue nada cómodo, aguantó con ella, toda la carrera.

Este día comenzaba mi periodo de vacaciones con mi hijo, y después nos marchábamos a descender barrancos a los Pirineos. Dada su acritud a salir de casa últimamente cuando estaba conmigo, no tenía mucha fe en que me soportara una de estas aventuras sin protestar, pero le aprecié cierto entusiasmo, ímpetu que no le había visto durante todo el año.

La primera prueba especial que nos acercamos fue tiro con Gomeru. Y no tuvimos que esperar cola. Cinco oportunidades. No quiso tirar él, y yo al segundo ya di en la lata. Nos alcanzó Nayo con el grupo de críos… Después divergimos en nuestros caminos… Habíamos atajado por la única posibilidad que lo permitía. Los puntos se sucedían rápido… Miguel iba bien.

Restaba más de una hora así que consideré arriesgarnos a bajar a por un par de controles de 7 puntos. Pero el que más nos costó fue uno anterior de 5, que la senda estaba bastante tomada por la vegetación, y eso a mi hijo, nunca le agradó mucho.
Las vistas sobre el mar y Gijón eran impresionantes. Seguidamente para bajar a las de 7 puntos, el camino era muy empinado y erosionado y todo el desnivel que perdiéramos había que remontarlo, pero más adelante y por una carretera estrecha, según planeamos.
En la primera de esas balizas, nos encontramos a un padre con su hijo bastante pequeño un tanto mermados de fuerzas, pero se disponían a comer algo. ¡Y todavía tenían que subir! ¡Qué arriesgados de venir hasta aquí! A la siguiente todavía había que bajar más, y las numerosas sendas que existían nos hacían ir precavidos. ¡Lo logramos!

Restaban 38 minutos. Enseguida salimos a la carretera y emprendíamos el regreso a meta. La pendiente de la carretera daba miedo, hasta para ir andando, o sea que como para ir sobre ruedas…
Miguel se había portado muy bien, y para que no se hundiera ahora, le empujé toda la cuesta, bueno, en realidad yo también me apoyaba en él.

Menos 25 minutos. Después de unas cuantas revueltas, salía un camino para atacar otra posible baliza de 5 puntos. Andábamos muy pillados de tiempo, pero a partir de entonces el desnivel se suavizaba y podíamos ir más rápido. También teníamos otra prueba especial, el Slack Line, pero como era difícil no me daba mucha confianza que obtuviéramos los 5 puntos. Así que preferí asegurar los de la baliza anterior. La cuesta y empujar a Miguel me habían reventado. Pero ahora había que bajar levemente y era un respiro.

Menos 15 minutos. Cuando llegué a la prueba especial me tiritaban las piernas y no era bueno. Miguel quitándose de responsabilidades tampoco quiso hacerla, a pesar que habían dicho que a los niños les resultaba más fácil. Porque pesaban menos debía ser… Pero Miguel sabía lo que me gustaba hacer equilibrios…

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Eran dos cuerdas y se podía ir con un pie por cada una. Nunca lo había hecho así. Había una más tensa que la otra, por lo que una pierna no me paraba de bailar. ¡No podía avanzar! Pasaban los segundos, que eran esenciales y hasta los minutos diría…, porque estuve una eternidad en el tramo de cuerda de 5 metros, pero no me caí. ¡Lo conseguimos! Tanta tensión fue el remate para mis piernas. No me podía sostener en pie.
Menos 10 minutos. Faltaba como un kilómetro para meta y aún podíamos hacer otra baliza que nos pillaba de paso. Yo creo que nos daba tiempo pero por si acaso apretamos. No nos complicamos y rodeamos saliendo a la carretera, en vez de seguir otro de esos caminos tomados por la vegetación, marcados en el mapa color magenta. Nos juntamos con otra pareja del mismo club Nordeste, Ignacio, que parecían no darse cuenta del apuro del tiempo. Para atacar la última baliza no hacía falta más que prestar atención a un cruce de senda y subir un repecho. Fue fácil.
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Menos 5 minutos. Ya sólo quedaba un sprint a meta, que corrimos por si acaso no llegábamos dentro de las dos horas. Y no era cuestión de que nos quitaran puntos por llegar unos segundos tarde. El tiempo se nos echaba encima, y la meta se retraía.
Miguel ya conocía esa sensación de tener que vomitar tras un sprint y temió que le sucediera… le dije que aflojáramos… porque creo que nos iba a sobrar, pero corrió como si se jugara algo serio, y entramos con 20 segundos dentro del tiempo.
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La pareja de Ignacio entró delante de nosotros pero les ganamos por dos puntos en la suma. Ellos habían ideado otra estrategia, consiguiendo las balizas hacia el otro lado del monte, Sur, y luego las nuestras; pero les faltó las de 7 puntos, por lo que la disputa estaba bastante igualada. Algunos equipos buenos, pecaron de ambición y llegaron tarde.
Sorprendentemente de 26 equipos habíamos quedado segundos, y mi hijo consiguió conmigo su primer pódium. Así daba gusto comenzar las vacaciones, ¡Dos días, dos pódiums! Y mi hijo dando hasta lo que no sabía que tenía.
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Hay que reseñar que Sergio quedó primero en la Absoluta con su hijo, en tres horas, y Silvia con Cristina y Patricia también segundas en la categoría femenina. Y Eduardo y Rocío rozando el pódium ¡por 1 punto! ¡Toda una celebración del Nordeste Orientación!

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Crónica del Rogaine de Zegama

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Crónica del Rogaine de Zegama, por Pablo Fernández Liria

1 de julio de 2017

No hacía tanto frío como pronosticaban pero sí iba a llover, bueno en realidad estaba lloviendo… ¡no paró de llover! Aunque en la frondosidad del bosque no se apreciaba tanto. Formábamos un equipo mixto: Silvia, Sergio y yo del Nordeste Orientación, y también participaba otro equipo masculino del mismo club: Roberto y David.

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Nuestra estrategia consistió en subir cuanto antes, porque el bosque iba a ser más bonito y más limpio en las faldas del Aizkorri. Dentro del Polideportivo de Zegama costaba ver el mapa, pues estaba aún más oscuro que en el exterior y el mapa además tenía mucho detalle pequeño: sendas y pasos que eran claves para acceder y salir lo más rápido de los controles, y optimizar al máximo las distancias y el esfuerzo.

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Las primeras balizas fueron muy rápidas y sin dificultades añadidas. Sólo hubo una que nos pasamos de largo y nos frenó un muro que nos ayudó a reorientarnos. Dudamos de ir a una baliza que valía 6 puntos, porque nos desviaba algo y sobretodo nos hacía perder un desnivel importante. La organización en esta prueba había insistido que era clave el descarte de balizas en la optimización del trazado. No obstante decidimos ir y a partir de entonces fue cuando empezamos a apreciar las fuertes pendientes, las cuales íbamos a sufrir las siguientes horas. El bosque todavía era de pinos y había que considerar las distintas tonalidades de verde que indicaban la espesura. Además la vegetación en esta época y con lo que había llovido  estaba en su máximo esplendor.

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Al llegar a la baliza de 6 puntos a la que previamente habíamos dudado ir, encontramos una pareja picando y les hice una foto desde la parte superior del talud del camino en el cual estaba la baliza. Después al querer bajar el declive perdí el control y caí de vueltas sobre ellos, llenándome de barro hasta las orejas. ¿Estás bien?, ¿estás bien?, no dejaban de preguntar, porque la caída fue espectacular. Solo me dolía un poco el codo. Tras de mi patinó también Silvia bajando de culo. Sergio buscó otra bajada.

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Posteriormente el camino nos ayudaba a acercarnos a otra baliza, pero debíamos abandonarlo antes de que atravesara una zona más verde y recuperar el desnivel que habíamos perdido. Otro equipo no lo hizo y malgastó mucho tiempo enredado en la espesura.

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Había un control muy esquinado en el mapa pero valía 8 puntos, la máxima puntuación normalmente son 9, aunque en esta ocasión había un control de valor 10 puntos, que nos servía además para seguir ganando altura. Nuestra intención era llegar a la de 10 puntos que estaba a media hoja del mapa, lo más alta, después de recorrer la zona norte. Resulta que coincidimos con la estrategia de los ganadores absolutos, pero nos desplazábamos a un tercio de su velocidad. Y por tanto hubo que recortar bastante antes de llegar a ella. Pues el terreno en las siguientes balizas era muy lento: a media ladera, resbaladizo y muy pendiente. Alcanzamos la máxima altitud en una baliza que únicamente tenía un valor de 7 puntos, pero era muy sencilla entre anchos caminos forestales.

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La de 10 puntos se encontraba a parecida altitud pero bastante más allá. Y por el camino había unas cuantas. Incluso una de 9 que nos iba hacer perder algo de altura. Los pinos por fin dieron paso a las hayas. Sergio se empeñó en visitar una baliza que valía 6 puntos entre grandes cortados, pero tenía pinta de ser de las más bonitas. Aunque conociendo a Silvia sabíamos que no le iba a agradar demasiado. Cuando nos acercamos a ella dudamos y hasta preguntamos a un equipo de chicas que subían con los dientes por la empinada cuesta, si era complicado. Decidimos atacarla dando un pequeño rodeo para suavizar el descenso.

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Ya estaba tan cerca que no la íbamos a dejar escapar. La niebla que rondaba justo la zona convertía el bosque realmente en un lugar mágico y espectacular. Merecía la pena.

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Donde nos equivocamos o arriesgamos demasiado fue en intentar abordar la baliza de 9 atravesando entre los grandes cortados de roca, por donde irrumpía una empinadísima rampa de barro. Y supimos de un equipo que se había deslizado de culo por allí. Pero la rampa no era tan limpia, sino que también la cruzaban temibles escalones que había que evitar. Teníamos que haber retrocedido por donde subían las chicas, pero como habíamos bajado ya unos metros intentamos rodear los grandes cortados a nivel por la parte de arriba, pero no conseguimos si no sufrir las empinadísimas pendientes y apenas avanzar. Sobretodo Silvia que estaba quedando paralizada de terror. Ya que era difícil mantenerse a media ladera sin sufrir algún susto.

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De repente empecé a deslizarme unos metros acercándome al abismo y aunque clavaba las 10 uñas y dientes no conseguía parar y me estaba abrasando los dedos. No grité para no asustar más a Silvia e intenté disimular que controlaba la situación por lo que Sergio tampoco quiso escandalizarla por el mismo motivo. Conseguí revolverme en el barro para cambiar la dirección de un fatal desenlace estrellándome a propósito contra un árbol. Silvia no se enteró, absorta en su miedo.
Decidieron Sergio y Silvia que iban a subir, aunque tal como habíamos avanzado parecía según el mapa que nos encontrábamos con cortados por arriba y por abajo. Yo quería seguir hasta el siguiente espolón y quizá allí podíamos bajar ya o subir. Pero la niebla que se cernía sobre el abismo nos impedía saber si habíamos conseguido rebasar los cortados pues la pendiente seguía siendo muy pronunciada. Al final Silvia pudo avanzar tras previos resbalones que Sergio impidió que fueran más largos y yo reunirme con ellos. Desistimos de bajar a la de 9 puntos y las fuerzas se centraron en salir de allí cuanto antes, que ya habíamos perdido demasiado tiempo.

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Teníamos una senda por encima de todos los cortados, que habíamos abandonado previamente cuando bajamos hacia la de 6 puntos. Y nuestra intención fue alcanzarla. La pendiente y el barro no nos lo pusieron fácil pero al final lo conseguimos. La senda perdía altura y pasaba muy cerca de una baliza de 7 que se encontraba en una palomera. Habían transcurrido tantos minutos que ya no nos daba tiempo llegar a la de 10, así que tomamos la decisión de ir perdiendo altura y hacer los máximos puntos que nos pillaran de paso hacia el pueblo. En un claro del bosque quedamos sorprendidos de la profundidad del valle del cual habíamos ascendido y que entonces teníamos que bajar.

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Ya por caminos y un canal que atravesaba el mapa y facilitaba su tránsito por todo él, nos permitió alcanzar otra baliza de 8 puntos.

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Y tal cómo habíamos planeado el regreso picamos varios controles, aunque tuvimos que desistir de una de 6 puntos porque la senda por la que queríamos atacarla estaba tomada por argomas. Podíamos rodearlas y abordarla por abajo, pero consideramos que estábamos pillados de tiempo y no llegábamos a meta antes de las 6 horas. Y en el primer segundo que se pasara de ese tiempo nos quitaban 5 puntos de golpe. Aún picamos dos balizas más, próximas al camino que habíamos elegido de vuelta, pero acabamos enredados en un barrizal de cerdos que nos hizo perder un tiempo crucial. Alcanzamos la carretera y aún nos quedaba recorrer más de un kilometro en menos de 5 minutos, por lo que nos dimos cuenta que ya llegábamos tarde. Podíamos haber picado todavía una baliza de 3 muy próxima a la carretera, y total no nos iban a quitar más de 5 puntos, ya que dispondríamos de 5 minutos más hasta la siguiente penalización. Pero corríamos y nos pasamos ella.

Llegamos un minuto y pico tarde.

Al final nos dimos cuenta que habíamos hecho bastantes puntos muy rápido en este tramo de carrera y compensamos la pérdida de tiempo allí arriba. Los primeros nos sacaron en total 14 puntos, pero salvamos el segundo puesto en el pódium en la categoría de veteranos mixtos.

Más fotos en este album

ESCOLARES 2017 (02-02-2017)

Publicamos algunas fotos de la carrera del jueves 2 de febrero en Arriondas. La primera parte de la mañana, con sol y buena temperatura, permitió disputar una carrera en seco a nuestros 3 representantes: Alba, Alex y Pelayo. Los que tenían salida más tarde, no tuiveron la misma suerte: el tiempo cambió de manera repentina y cayó mucha agua…

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Nota: para aquellas personas que no deseen aparecer en foto, aconsejamos que eviten participar en eventos deportivos de carácter público. En todo caso y ante cualquier duda, pueden ponerse en contacto con nosotros e intentaremos atender sus peticiones. (Para evitar dudas, recordemos la normativa vigente: «No procederá el ejercicio de acciones por el Ministerio Fiscal ante la emisión de programas o la publicación de fotografías en las que aparezcan menores en actividades de dimensión pública como concursos, debates, musicales, actividades deportivas, etc. siempre que no se produzca ningún perjuicio.»)

Orientación divertida: el Micro Duel-O

Divertidísimo desafío de orientación el sábado por la tarde, después de la carrera media, en el polideportivo de Legutiano, con vistas al embalse de Santa Engracia.d1

El Micro Duel-o consiste en una carrera con 4 corredores a la vez, con 23 balizas sin número repartidas de manera simétrica en 5 filas. Se sale simultáneamente desde las 4 esquinas con un mapa simétrico (mismo recorrido pero en distintas balizas). Sin brújula y con pinza electrónica. El ganador se clasifica para la siguiente ronda, hasta la final a 2.
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Sobre papel, es algo muy simple. Pero como pronto nos dimos todos cuenta, en la práctica es muy fácil confundirse, sobre todo corriendo contra ortos 3 al mismo tiempo. En el mapa no aparecen todas las baliza, sólo las de nuestro recorrido y únicamente se pueden identificar por su posición relativa. Así que sí, es posible perderse en una pista de baloncesto…

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Ha sido un éxito y habrá que repetirlo. Enhorabuena a los organizadores (COBI).

Resumen del Rogaine en Huerta de Rey

Buenos resultados de nuestros equipos con dos primeros puestos en las categorías Veteranos Mixto y Open 3h y un quinto puesto en la Absoluta Masculina (clasificaciones aquí)

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Antes de la salida, no se hablaba de otra cosa: ¿aguantaremos el tremendo calor previsto? Efectivamente, fue el factor más importante durante la carrera. Una temperatura máxima de 35º no es lo que todos deseamos para correr 6 horas entre 1000 y 1200 m de altitud. Sin agua, ¡estás acabado! Pese al esfuerzo de la organización para reponer botellines de agua en los varios avituallamientos, la gran demanda de liquido hizo que en algún momento en algunos puestos no quedase nada. Sin embargo, hay que destacar que algunos de estos puestos de avituallamiento eran nada menos que maravillosos, solo faltaban unas tumbonas y música… Había agua, bebidas isotónicas, zumos, sandía, melocotones, manzanas, frutos secos y mucho más. Todo en neveras a una temperatura increíble. Fue muy duro volver a correr y abandonar ese oasis en el desierto.

En cuanto a la estrategia de carrera, viendo el mapa era evidente que había que pasar necesariamente por una zona con 3 balizas seguidas de 9 puntos cerca de la salida. La pregunta era si hacerlo al principio o antes de entrar en meta. En el equipo Master, decidimos como muchos otros hacerlo al principio cuando todavía se aguantaba el calor. Debido a la exposición al Sur y al sol, iba a ser muy duro por la tarde.

La segunda decisión importante ha sido evitar perder tiempo en balizas aisladas y concentrarse en una zona con muchas balizas poco distantes, donde se podían sacar más de 30 puntos corriendo muy poco y que además no estaba muy lejos de la meta.

En este mapa se puede ver nuestro recorrido en azul y en blanco el del equipo segundo clasificado (carrera en sentido anti horario, salimos hacía el SE). Aproximadamente, hemos hecho 27 km con 800 m de desnivel.

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Muy bonitos los trofeos y los magníficos premios: jamones, lomos y quesos.

Fotos de Pablo Liria:
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Fotos de la organización (disponibles en www.comelobos.es)
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